La dermatitis de contacto (o eccema de contacto) es una enfermedad de la piel con síntomas muy específicos. Aparecen lesiones molestas que pican en la parte de la piel que ha estado en contacto directo con un alérgeno o un irritante. La mayoría de las veces es una erupción, pero de vez en cuando la inflamación puede tomar otras formas. Descubra cómo reconocer la dermatitis de contacto.
Los síntomas de la dermatitis de contacto generalmente toman la forma de una erupción. Sin embargo, dependiendo del tipo de dermatitis de contacto, puede afectar diferentes partes del cuerpo. El tiempo entre el contacto de la piel con un alérgeno o irritante y los síntomas de inflamación también puede variar.
La dermatitis de contacto alérgica generalmente ocurre cuando la piel entra en contacto con el antígeno, pero en algunos casos puede ser en un sitio distante del contacto con el alérgeno. Este es el caso de la dermatitis hematógena (eccema), que se produce cuando un alérgeno viaja a través del torrente sanguíneo desde el lugar de contacto y causa un llamado síndrome del babuino, es decir, enrojecimiento de la zona de las nalgas. Además, el eccema alérgico de contacto se llama una reacción retardada, lo que significa que solo se desarrolla algún tiempo después de la exposición al alérgeno. Vale la pena saber que los síntomas del eccema alérgico pueden aparecer repentinamente, a pesar de muchos años de contacto con una sustancia sensibilizante, por ejemplo, a pesar del uso prolongado de detergente en polvo o suavizante.
Por otro lado, la dermatitis de contacto no alérgica siempre se localiza donde la piel entra en contacto con un irritante y aparece inmediatamente después de que la piel entra en contacto directo con esta sustancia.
Dermatitis de contacto: ¿cómo se reconocen los síntomas?
En el caso de la dermatitis de contacto, el síntoma predominante suele ser el picor en una parte de la piel expuesta a un alérgeno (metales, plantas) o irritantes (cosméticos, detergentes), acompañado de una sensación de ardor o dolor en la piel, y una epidermis más cálida y sensible al tacto. La dermatitis con mayor frecuencia toma la forma de una erupción o eccema: protuberancias rojas que pueden supurar (exudarse) o tomar la forma de costras. Otras formas de dermatitis incluyen lesiones secas que sufren liquenificación (el engrosamiento y oscurecimiento de la piel y la epidermis), eritema (es decir, urticaria que generalmente es indicativa de alergia a las plantas) y piel escamosa (que indica fotoalergia). Otros cambios que pueden aparecer en la piel incluyen:
- grietas (hendiduras) en la epidermis
- epidermis con apariencia pelada, abrasiva o engrosada
- piel seca, enrojecida o áspera (generalmente causada por detergentes)
¡No se rasque la erupción alérgica!
Rascarse una erupción alérgica solo proporciona un alivio temporal, pero puede causar mucho daño a largo plazo. Rascarse la erupción provoca una mayor irritación de la piel que puede provocar infecciones bacterianas y fúngicas graves.
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