Odio: cuando pensamos en ello, tenemos una combinación de emociones negativas intensamente sentidas que surgen en el contexto de otra persona o grupo de personas. El odio suele ir acompañado de una sensación de daño, dolor, dolor, como resultado de lo cual existe una fuerte hostilidad, aversión y un deseo de que la persona odiada se encuentre con algo malo, sea castigada, vengada o algún tipo de represalia. Lea lo que debe saber sobre la emoción del odio y aprenda a lidiar con el odio.
Tabla de contenido:
- Odio: ¿Qué es esa emoción?
- Odio: ¿Por qué no vale la pena cultivarlo?
- Odio: ¿Cómo combatirlo?
El odio no es una de nuestras emociones favoritas, no nos gusta experimentarlo nosotros mismos, también tenemos miedo de ser una persona odiada por alguien. Entonces, ¿cómo lidias con el odio y qué es realmente?
Odio: ¿Qué es esa emoción?
El odio es un estado natural y prácticamente todo el mundo lo experimenta en algún momento de su vida. Es una reacción a una lesión o injusticia encontrada. Si aparece, vale la pena experimentarlo conscientemente. Escuchar de qué necesidades está hablando y de qué relaciones nos advierte puede ser de gran desarrollo.
Analizar qué causa el odio, qué nos pone en una situación en la que el comportamiento de alguien ha causado una sensación de daño tan fuerte puede proporcionar información valiosa. Si, como consecuencia de generalizarlo, un grupo de personas se convierte en el objeto, vale la pena mirar los mecanismos que lo provocan para su propia comodidad. Las generalizaciones relativas a una determinada parte de la sociedad, por ejemplo, un grupo profesional, seguidores de una religión específica, habitantes de una región determinada de un país, etc., pueden decir mucho sobre nuestros miedos, miedos y patrones de pensamiento.
Le animo a que observe si la forma en que pensamos sobre este grupo se basa en su experiencia personal o en la información proporcionada por el entorno. Saber si las emociones fuertes asociadas con el odio se derivan o no de nuestro conocimiento o de las creencias de otros puede mostrar cómo tomamos decisiones. Cuán susceptibles somos a la influencia del entorno y si preferimos confiar en las opiniones de otras personas a confiar en nuestras propias experiencias y conclusiones.
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Tomar el odio como lección sobre nosotros mismos puede tener muchos beneficios, pero cultivar esta emoción, que puede obsesionarse con el tiempo, no conduce a nada bueno. Oscureciendo al mundo entero con un deseo de venganza, que empieza a dominar o se alimenta de las emociones negativas que alimenta a alguien, con el tiempo envenena todos los ámbitos de la vida, afectando negativamente el estado psicofísico. El odio obsesivo es como recrear el daño y la pérdida que ha causado.
Es por eso que la capacidad de soltar a los demás y a nosotros mismos resulta tan valiosa. El punto no es fingir que no has experimentado ningún daño, porque negarlo solo empeorará tu estado mental, sino trabajar conscientemente en esta experiencia para que no se convierta en una carga en los próximos días de vida.
Recuerde que dejar ir o perdonar es un proceso y lleva tiempo. Cada paso que se da para liberarse de la carga de los males sufridos merece la pena. Incluso si la persona que es objeto de odio no se siente responsable, vale la pena no esperar una disculpa o arrepentimiento y enfocarse en asegurar las necesidades que el daño ha comprometido. Por lo general, al redirigir la atención a cultivar el odio, se descuida todo lo relacionado con el cuidado de uno mismo y de su interior.
Por eso, es importante recordar que perdonar no es fingir que todo está bien, aunque no sea así. El perdón es una decisión de no dedicar mi energía al odio, sino de cuidar mi sentido de seguridad, autoestima, confianza en mí mismo, sentido de agencia o relaciones enriquecedoras que son buenas, seguras y de desarrollo.
Odio: ¿Cómo combatirlo?
Vale la pena intentar distanciarse del odio que siente. Las técnicas simples para ayudar con esto incluyen, por ejemplo, asumir el desafío de verificar las creencias de odio.
Piensa en la persona que no te agrada, puede ser una tía muy crítica, un jefe manipulador o un novio que una vez te rompió el corazón. Luego, intente hacerse las siguientes preguntas:
- ¿El odio que siento y mis creencias sobre esta persona se basan en hechos obvios?
- ¿El odio y las creencias que siento hacia esta persona me permiten cuidar mi bienestar (bienestar, salud, vida)?
- ¿El odio experimentado y las creencias acerca de esta persona lo ayudan a lograr metas a corto y largo plazo?
- ¿El sentimiento de odio y las creencias sobre esta persona me permiten experimentar los sentimientos que quiero experimentar?
Si nota que el sentimiento de odio no pasa, comienza a dominar áreas posteriores de la vida y los intentos independientes de lidiar con él no le brindan los resultados esperados, considere consultar a un psicólogo. A menudo, la fuente de estas emociones es más profunda y la sensación de ser herido está relacionada con un evento que sucedió en el pasado. En tal situación, es útil superar estas dificultades con el apoyo de un psicoterapeuta.
Comprender las causas y los mecanismos de la experiencia del odio es el primer paso para reequilibrar. Sin él, será difícil seguir adelante, mirar con sobriedad los acontecimientos y las relaciones actuales, pero volverá una sensación familiar de dolor y el odio que hay detrás.
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