Cada uno de nosotros se estresa. Comienza muy banal. El despertador no sonó, llegaste tarde al trabajo, el jefe te miró de reojo, el niño trajo uno de la escuela ... Abarrotados en nuestras tareas diarias, impulsados, nos frustramos muy fácilmente. Entonces decimos que estamos bajo estrés.
El estrés es una palabra clave hoy en día, buena para cualquier ocasión. Para un biólogo, significa la movilización de todo el organismo resultante de la necesidad de reaccionar ante situaciones insólitas. El psicólogo dirá que esta es una imagen de la relación entre una persona y su entorno. Independientemente de la definición, el estrés siempre está asociado con una experiencia o dificultades desagradables para nosotros.
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Todos los problemas que violan los lazos familiares, la falta de dinero, los problemas en la vida profesional, los fracasos menores o mayores desencadenan en nosotros reacciones neuróticas. Normalmente nos ocupamos de ellos. A veces basta con hablar con un amigo o ir al solárium, al gimnasio oa la esteticista. Es peor cuando tienes que soportar la muerte de un ser querido, pérdida del trabajo, participación en un accidente de tráfico, hurto o atraco. Son experiencias traumáticas que nos doblan el cuello y no nos permiten recuperarnos rápidamente. Respondemos al estrés cotidiano con una mayor actividad física y mental. La presión arterial y el azúcar aumentan y la frecuencia cardíaca aumenta. El cuerpo y la mente están listos para actuar, luchar o huir. Sentimos miedo, miedo, rabia u hostilidad. Pero el estado prolongado de movilización de las fuerzas del cuerpo puede provocar agotamiento y disminución de la inmunidad. Entonces podemos contraer, por ejemplo, una infección respiratoria aguda. A veces se produce isquemia miocárdica, se altera el corazón y se reduce su eficacia. Además, al vivir bajo un estrés constante, aumentamos el riesgo de desarrollar cáncer.
Reacción de estrés
Es un proceso que involucra a las glándulas nerviosa central, cardiovascular y suprarrenal. En una emergencia, el hipotálamo, en la base del cerebro, comienza a secretar una sustancia que coordina el curso del estrés, llamada CRF. Pasa por la sangre hasta el cerebro y estimula la glándula pituitaria para producir la hormona adrenocorticotrópica (ACTH) llamada corticotropina. Bajo su influencia, las glándulas suprarrenales secretan esteroides, es decir, sustancias que determinan el curso de la respuesta al estrés y su extinción. Es un asunto individual. Mucho depende de las predisposiciones genéticas y las experiencias de vida.
Las causas del estrés
Muy a menudo no nos damos cuenta de que la falta de apetito, la dificultad para conciliar el sueño y la concentración es una reacción normal al estrés. Por supuesto, es mejor no tener esos problemas que poder lidiar con ellos. Pero no podemos contar con una situación tan ideal. Los médicos creen que nos ponemos el estrés más dañino. El mecanismo es muy simple: nos fijamos metas cada vez más ambiciosas, nos dejamos arrastrar (a menudo contra nuestra voluntad) en el llamado carrera de ratas. Hacemos carrera, ganamos riqueza. Pensemos en lo que queremos y en lo que nos hace felices. Cuando respondamos estas preguntas, puede resultar que debamos cambiar algo en nuestras vidas y así eliminar muchas situaciones estresantes.
Resistencia al estrés
Según los psiquiatras, la resistencia al estrés depende de nuestro temperamento. Desde si estamos convencidos de que la vida tiene orden, que los acontecimientos se pueden explicar, que todas las acciones merecen el esfuerzo y el compromiso, y afrontar nuevos retos está dentro de nuestras capacidades. Tal actitud hacia la vida aumenta la resistencia de una persona a las enfermedades e influye en su longevidad. Se puede decir que la base de la supervivencia es mantener un equilibrio entre lo que trae nuestra vida diaria y cómo reaccionamos ante los eventos. Cuando una situación estresante dura poco tiempo, estamos a salvo, porque el equilibrio entre el funcionamiento de los órganos individuales del cuerpo no se verá afectado. Es peor cuando surgen las dificultades y no podemos liberarnos de ellas.
El estrés provoca e intensifica:
- alcoholismo
- enfermedad de las arterias coronarias y otras afecciones cardíacas
- hipertensión
- asma y alergias
- dolor de espalda, dolor en las articulaciones, dolor de cabeza (tensión y migraña)
- estados de fatiga crónica
- diabetes
- trastornos de la alimentación (lo que se denomina alimentación por estrés o falta total de apetito)
- síndrome del intestino irritable
- la enfermedad de úlcera péptica
- períodos irregulares y dolorosos
- exceso de peso
- artritis reumatoide
- depresión y disfunción sexual
Las causas más comunes de estrés:
- la pérdida de un ser querido
- insatisfacción con la apariencia y el peso corporal
- mala salud de un ser querido
- exceso de deberes profesionales y domésticos
- problemas financieros, fiscales y de propiedad
- pérdida de algo valioso
- participación en un delito (especialmente como víctima)
- Perdida de trabajo
- cambio de residencia
- problemas educativos y problemas con los niños
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