Toda persona con enfermedad crónica sabe que debe visitar a su médico con regularidad, someterse a controles y tomar medicamentos con regularidad. Desafortunadamente, poco se dice sobre la nutrición adecuada de las personas con enfermedades crónicas. Vea qué reglas se aplican a la dieta para enfermedades crónicas.
La comida debe proporcionar todos los nutrientes necesarios. Desafortunadamente, muchas personas con enfermedades crónicas no comen adecuadamente. Algunas personas no tienen la fuerza para preparar una comida sana, otras tienen problemas para masticar, falta de apetito. A menudo, la enfermedad en sí o los medicamentos que se toman dificultan la absorción de nutrientes, lo que conduce a la desnutrición. El organismo de una persona con enfermedad crónica funciona de manera ligeramente diferente al de una persona sana y tiene diferentes necesidades. La enfermedad crónica aumenta la necesidad de energía. Cuanto más dura, más tiempo toma el paciente la medicación, más a menudo se altera el metabolismo y, por tanto, la absorción de proteínas, carbohidratos o grasas es peor. Para algunas enfermedades, recibimos recomendaciones dietéticas específicas. Para otros, debemos asegurarnos de que la dieta sea muy variada, aporte las sustancias necesarias para la construcción, reconstrucción y trabajo de las células, y para la secreción de hormonas y enzimas.
Dieta en enfermedades crónicas: 6 elementos importantes
La dieta de un enfermo crónico no debe carecer de proteínas, carbohidratos, grasas saludables, vitaminas, minerales y una cantidad adecuada de agua.
La proteína que más necesitan los pacientes es la proteína sana, es decir, rica en aminoácidos esenciales que el cuerpo no produce. Incluyen, entre otros leucina, isoleucina, valina, lisina. El conjunto completo de estos aminoácidos se puede encontrar en proteínas de origen animal (carne, huevos, leche) y en legumbres. Estos aminoácidos son responsables de desarrollar y trabajar los músculos. Su deficiencia (por ejemplo, valina) conduce a una coordinación de movimientos deteriorada, falta de apetito. La deficiencia de lisina produce atrofia muscular, descalcificación ósea, inmunidad debilitada y susceptibilidad a infecciones virales.
Los carbohidratos son la principal fuente de energía. En el proceso de cambios metabólicos, se convierten en glucosa, que es un combustible para las células del cuerpo. Un papel importante de los carbohidratos es la oxidación de ácidos grasos a dióxido de carbono y agua. Si no hay suficientes en la dieta, los cuerpos cetónicos acidifican el cuerpo. Los productos de grano grueso contienen entre un 60 y un 80% de carbohidratos puros, pero también aportan fibra, vitaminas y minerales (magnesio, calcio, fósforo). Hay de 3 a 30% de carbohidratos en las verduras. Las verduras crudas son las más valiosas y deben consumirse 5 veces al día. Comemos frutas, que contienen principalmente azúcares simples, dos veces al día.
Las grasas son los componentes básicos de las membranas celulares y se utilizan para transportar ciertas vitaminas y hormonas. Sin ellos, no habrá una buena absorción de las vitaminas A, D, E y K. del tracto gastrointestinal Las mejores grasas para las personas con enfermedades crónicas son los aceites y el aceite de oliva. Debe evitarse la grasa animal.
Vitaminas: al igual que los aminoácidos esenciales, no se producen en nuestro cuerpo (a excepción de la vitamina D). Deben entregarse con comida. La deficiencia de vitamina conduce a la alteración de los cambios bioquímicos. Las vitaminas son valiosos antioxidantes que nos protegen de los radicales libres. Además, algunos de ellos alivian los síntomas de ciertas enfermedades, por ejemplo, la coenzima Q apoya el trabajo del corazón y la vitamina D promueve una buena salud ósea.
Las sales minerales contienen elementos necesarios para la formación ósea, el trabajo de los músculos y las células nerviosas, la secreción de hormonas y enzimas que afectan el estado general de salud. Los macronutrientes son: sodio, potasio, calcio, fósforo, magnesio, cloro, azufre y hierro. Los microelementos, oligoelementos son: selenio, zinc, cobre, manganeso, yodo, flúor, cobalto, molibdeno. Se encuentran en la leche, los cereales integrales, el cacao, las verduras, las frutas y la carne.
Agua: sin una hidratación adecuada, la sangre no fluirá correctamente a través de los órganos internos. La deshidratación puede provocar una caída de la presión arterial, desmayos y disfunción renal. Las personas enfermas a menudo no sienten sed, pero es necesario beber. El consumo diario de agua es de al menos 1,5 litros.
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