Cuando está embarazada, necesita atención médica profesional y amable. Mucho depende de cómo el médico se encargue del embarazo, por lo que no puede ser accidental. ¿Cómo debería ser un buen ginecólogo? Tiene que ser culto, explicar todo de manera comprensible y debe inspirar confianza.
La principal tarea del ginecólogo que se ocupa del embarazo es velar por su buen desarrollo, por lo que debe examinar y observar periódicamente a la paciente para detectar posibles anomalías. Además de los exámenes ginecológicos y de ultrasonido, el ginecólogo debe solicitar pruebas de laboratorio, no solo obligatorias sino también recomendadas (por ejemplo, VIH, citomegalia, hormonas tiroideas), especialmente si la paciente se preocupa por ellas. El ginecólogo también debe realizar una entrevista exhaustiva, que no se limitará solo a preguntas sobre enfermedades pasadas y la fecha de la primera y última menstruación. Sobre la base de la entrevista, el médico también puede conocer la situación de la vida del paciente. Gracias a esto, puede recomendar pruebas adicionales (por ejemplo, para la hepatitis C, las personas con ocupaciones específicas están más expuestas al contacto con este virus) y verificar si es propensa a la depresión o al alcohol. En el caso de la aparición de una enfermedad (por ejemplo, diabetes gestacional, hipertiroidismo), el médico tratante debe indicar a la paciente un especialista que se hará cargo de la misma, y si no tiene experiencia en el manejo de embarazos de alto riesgo, también un ginecólogo especializado en este caso.
Ginecólogo comunicativo
Es deber del médico informar a la paciente embarazada de todo lo que le está sucediendo a ella y al bebé. Además, debe poder hablar con ella de tal manera que el paciente entienda todo bien. Esto es importante, especialmente cuando hay un problema. Hay médicos que hablan jerga médica: la paciente la entiende poco, lo cual está mal, porque debería saber lo que está pasando. El médico debe explicar todo de una manera sencilla y comprensible para un no profesional. Incluso al realizar un examen ginecológico, ecografía o recogida de citología, el médico debe explicar qué está haciendo y para qué sirve. Esto muestra que no está tratando al paciente de manera objetiva. También es importante que el paciente pueda hacer preguntas. Una mujer debería poder preguntarle a un médico sobre cualquier cosa que no sepa o lo que le molesta, y en el primer embarazo hay muchos asuntos de este tipo. Un buen médico la anima a hacerlo él mismo y responde pacientemente a todas las preguntas.
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Y empático. A estos ginecólogos también se les llama pro-mujeres. Se trata de un abordaje específico de la paciente, en el que el médico intenta comprender al máximo sus necesidades y satisfacerlas. Se manifiesta de muchas maneras, comenzando por la forma en que está organizada la oficina, de modo que haya un lugar separado donde pueda desvestirse o incluso lavarse sin vergüenza. El médico empático realiza con delicadeza el examen interno para que no sea desagradable para el paciente. La escucha con atención, sin dejar de lado sus inquietudes o peticiones, por ejemplo, con respecto a las pruebas prenatales o comportamientos específicos durante el parto (protección perineal, anestesia epidural, etc.) Un médico así intenta ayudar, no sermonear ni criticar.
Ginecólogo disponible
Las mujeres embarazadas no deben esperar en la sala de espera durante horas, sino que deben tener una cita a una hora específica, así que busque una oficina donde este sea el estándar. Pero el médico que realiza el embarazo debe estar disponible no solo en el consultorio. También es útil poder hablar con él cuando sea necesario (dolores repentinos, sangrado). Un buen ginecólogo da a los pacientes su número de celular para que puedan llamarlo en cualquier momento.
Ginecólogo concienzudo
Un médico debe ser cortés, por supuesto. Si te tratan sin tacto o incluso de manera descortés (¡y todavía sucede!), Entonces no solo no debes dejar de ir más, sino que también vale la pena dar a conocer el asunto en los medios y presentar una queja (con tu supervisor o en la sala médica). Sin embargo, aunque no se superen los límites, cada médico tiene una sensibilidad, forma de ser, sentido del humor diferente. Vale la pena buscar a alguien que también se adapte a usted en este sentido: durante el embarazo se verán a menudo y sería bueno que le gustara su médico y se sintiera bien con él. Los chistes no muy sutiles o el hábito de dirigirse a los pacientes por su nombre de pila no descalificarán a un médico, pero si eso no le conviene, será mejor que busque a alguien más.
Un ginecólogo que inspira confianza
Un ginecólogo es un médico especial. No solo porque trata con las partes más íntimas del cuerpo, también es la persona con la que hablamos sobre nuestra vida sexual, varias infecciones y enfermedades vergonzosas. Para hablar honestamente y sin molestias con un médico sobre cualquier cosa, debemos tener plena confianza en él. Por supuesto, esto también se aplica a sus competencias: a menudo le pedirá su opinión, por ejemplo, sobre los métodos de tratamiento, la finalidad de las pruebas específicas o la forma de parto. Es difícil definir con precisión qué características determinan esto: la misma persona inspira confianza en algunos y no en otros. La forma en que el médico trata a la paciente es ciertamente importante: si tiene tiempo para ella, si la mira a los ojos durante la conversación, si es convincente (aunque a veces admitir dudas inspira más confianza que un exceso de confianza rayano en la justicia propia). Si hay algo que no le permite confiar completamente en el ginecólogo, cambie de médico.
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