El sistema inmunológico es una estructura extremadamente compleja formada por muchos elementos. Estos incluyen la barrera intestinal. Compruebe cómo mejorar su funcionamiento y ayudar al organismo a combatir los virus.
¿Sabes cuál es el órgano inmunológico más grande del cuerpo humano? Es el tracto digestivo. Es allí donde se localizan aproximadamente el 70% de los linfocitos, que están principalmente dispuestos dentro del tejido linfático GALT. Un elemento importante del "armamento" es la microbiota intestinal, que ayuda a GALT a evaluar cuál es el patógeno y cuál es su propia célula sana. Cuando hay un desequilibrio microbiano en el intestino (disbiosis), la respuesta inmunitaria del cuerpo cambia y aumenta el riesgo de infección. Investigaciones recientes de China muestran que también puede contribuir a la infección por SARS-CoV-2.
¿Cómo funciona la inmunidad?
Hay dos tipos de inmunidad: innata y adquirida. Cuando se usa la inmunidad innata, el cuerpo usa dos mecanismos: una barrera fisiológica, como piel, mucosas, pH bajo del estómago, microbiota junto con sustancias bactericidas (bacteriocinas) producidas por ella, así como con la ayuda de células fagocíticas que "comen" sustancias extrañas, y mediadores como citocinas y quimiocinas. Este sistema funciona desde el nacimiento. Se necesita tiempo para desarrollar la inmunidad adquirida. El tiempo que tarda el cuerpo en entrar en contacto y aprender a responder a diferentes antígenos. Los linfocitos son los encargados de reconocer los antígenos.
El sistema inmunológico es una estructura extremadamente compleja que se compone de muchos componentes. Uno de ellos es la barrera intestinal. Consiste en una sola capa de células en el epitelio intestinal cubiertas con un moco protector habitado por bacterias. Las células de los sistemas sanguíneo, linfático, nervioso e inmunológico se encuentran debajo del epitelio. La barrera es una parte importante de varios ejes, incl. eje entero-pulmonar. Es una combinación que es especialmente importante para nuestra inmunidad. Y también aquí, sin microbiota, no habría duda de su correcto funcionamiento. Los metabolitos bacterianos son ácidos grasos de cadena corta (AGCC), que permiten la producción de células inmunes. Desde el tracto digestivo, viajan a la médula ósea, donde maduran y luego terminan en el torrente sanguíneo, el hígado y los pulmones.
Desde el intestino hasta los pulmones
La conexión de los intestinos con los pulmones (por medio de AGCC, hormonas, nervios periféricos, células de los sistemas hematopoyético e inmunológico) se conoce desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, se ha verificado que existe una relación entre la composición de la microbiota en los lactantes y el fenotipo del asma en etapas posteriores de la vida. En un estudio publicado hace unos meses en el American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, resultó que el estado de la barrera intestinal depende del pronóstico de las personas con infección del tracto respiratorio superior, que se encuentran en estado grave, conectadas a un ventilador en la unidad de cuidados intensivos. ¿Cómo es esto posible? Cuando la barrera intestinal se ve comprometida, aumenta la permeabilidad de las toxinas, incluidas las de las paredes celulares bacterianas. La presencia del eje enteropulmonar los transporta desde el intestino hasta los pulmones. La integridad de la barrera intestinal depende, entre otras cosas, de del buen estado de la microbiota. Cuidar la inmunidad, por lo tanto, es importante prevenir la disbiosis. ¿Cuando sucede? El problema es alto en grasas, el llamado Dieta occidental, abuso de drogas (por ejemplo, antibióticos, inhibidores de la bomba de protones o antiinflamatorios no esteroides) y estrés crónico. Desafortunadamente, este último factor está tomando la delantera durante la pandemia de coronavirus. Mayor ansiedad, falta de contacto social, fatiga mental: todos estos empeoran la condición de los intestinos. No ayuda que a menudo comamos nuestras penas con dulces y comida "chatarra" o bebamos alcohol.
Coronavirus y disbiosis
¿Qué pasa con la infección por SARS-CoV-2? ¿Se pueden trasladar a este terreno las observaciones sobre el eje enteropulmonar? Actualmente, no hay investigaciones sobre este tema, pero ya están apareciendo las primeras conclusiones retrospectivas tras el tratamiento de los pacientes. En un estudio chino realizado por Kaijin Xu et al., Se observó que algunos de los infectados tenían una reducción en las bacterias beneficiosas del género Lactobacillus yBifidobacteria. Se recomendó la introducción de probióticos y prebióticos que, al corregir la disbiosis, podrían prevenir el movimiento de microorganismos (incluidos virus) fuera de los intestinos. No se sabe completamente cómo ocurre la disbiosis en los pacientes, pero estas observaciones dan que pensar.
El hecho de que el SARS-CoV-2 pueda propagarse no solo por gotitas, sino también por los alimentos, habla a favor de la profilaxis en forma de fortalecimiento de la barrera intestinal. Además, en algunos pacientes, el coronavirus provoca molestias gastrointestinales en forma de diarrea y dolor abdominal, que en ocasiones preceden a los síntomas del tracto respiratorio superior.
Reconstruyendo la barrera intestinal
Para mejorar el funcionamiento de la barrera intestinal, conviene cuidar una dieta rica en verduras y fibra, introducir métodos de relajación para minimizar los efectos dañinos del estrés y evitar los estimulantes. Los probióticos pueden ayudar en momentos difíciles para la inmunidad. Algunas cepas del género Lactobacillus (por ejemplo, L.actobacillus acidophilus W37, Lactobacillus brevis W63), Bifidobacteria (p.ej. Bifidobacterium bifidum S23, Bifidobacterium lactis W52) y Lactococcus (p.ej. Lactococcus lactis S19, Lactoccous lactis W58) han demostrado reforzar la barrera.
La reconstrucción de la barrera intestinal tiene lugar en muchos campos, porque las bacterias estimulan tanto la inmunidad innata como la adquirida. Para hacer que la barrera sea más firme, las bacterias probióticas aumentan la producción de moco protector, regeneran las células epiteliales intestinales con ácidos grasos de cadena corta (AGCC) y también producen compuestos citoprotectores. Además, gracias a la presencia de la "buena" panadería, se reduce la cantidad de patógenos, porque no solo ocupan literalmente el lugar de los "malos" en el intestino, sino que también les quitan sus nutrientes. Además, aumentan la producción de sustancias antimicrobianas que "noquean" directamente al otro lado. Una función importante de las cepas probióticas es mejorar la respuesta antiinflamatoria, por lo que las bacterias aumentan, por ejemplo, la secreción de interleucina antiinflamatoria 10 (IL-10), que inhibe las citocinas proinflamatorias. De esta forma, los probióticos proporcionan profilaxis simultáneamente a nivel del epitelio intestinal, microbiota y GALT.