¿Puede ser placentero el sufrimiento? Parecería que lo mejor es olvidarse de los momentos desagradables de la vida. Entonces, ¿por qué nos gusta volver a estos momentos? Algunos incluso coleccionan recuerdos de ellos. Los recogen como si estuvieran muy apegados a su sufrimiento.
Jolka guarda al final del cajón cartas de un niño mayor que le causó tanta angustia, Tomek de 10 años se jacta a sus amigos de cuántos puntos de sutura le puso el médico, el Sr. Adam guarda los cálculos biliares en un frasco después de la cirugía de bolsa. Almacenamos los dientes de leche perdidos, mostramos con orgullo las cicatrices del apéndice. Hablamos con pasión de nuestras desgracias, enfermedades y conflictos, y en ocasiones repetimos estas historias hasta aburrirnos, en lugar de olvidarlas. ¿Por qué?
Las cicatrices son como recuerdos personales
La razón más obvia para coleccionar esos objetos de interés es que las enfermedades, los accidentes, las rupturas, los divorcios, etc. son puntos de inflexión en nuestras vidas. Son como hitos que delimitan determinadas etapas de la vida. Por lo tanto, se recuerdan y se conservan los elementos asociados a ellos. Un cálculo biliar, una cicatriz puede tratarse como fotos, un rastro del pasado, un recuerdo. Por lo tanto, tirarlos encuentra resistencia. Después de todo, los recuerdos personales no se tiran. Sin embargo, también hay razones más misteriosas para el apego a la "evidencia" de sufrimiento físico y mental, desgracias, enfermedades.
El sufrimiento puede darte un sentido de identidad
Detectar marcas de enfermedad también muestra que las personas están apegadas a su dolor. A veces es difícil desprenderse de la pasión. El sufrimiento es algo extremadamente íntimo, muy personal. Es una de las experiencias más privadas y puede darle a una persona un sentido de identidad. Según algunos psicólogos, la identidad de una persona depende en gran medida de cómo recuerda los acontecimientos importantes de su vida, y no necesariamente de cómo se veía realmente el pasado. El proponente de esta teoría, Dan McAdams, profesor de psicología en la Universidad de Evanston en Illinois, cree que nuestra personalidad está formada más por recuerdos subjetivos que por la realidad objetiva. Por eso los recuerdos del sufrimiento del cuerpo y del alma mantienen cierto sentido de identidad. Deshacerse de ellos te obliga a cambiar de opinión sobre ti mismo. Por ejemplo, echarse los dientes de leche es como despedirse de la infancia, del pasado, de empezar una nueva etapa en la vida. Las personas que son conscientes de su propio valor, pero también de sus limitaciones, son más fáciles de deshacerse de esos recuerdos. Para otros es más difícil.
Sufrimiento: ¿madurez o justificación de la debilidad?
Recoger rastros dolorosos del pasado puede servir para otra cosa. Solíamos pensar que el sufrimiento ennoblece y que una enfermedad duradera puede aumentar la autoestima. La investigación realizada por psicólogos muestra que, de hecho, una cierta cantidad de sufrimiento existencial promueve la madurez, el sentido de responsabilidad e incluso la salud mental. Sin embargo, no se trata de concentrarse en sus enfermedades y desgracias, sino de asumir los desafíos que trae la vida.
Aceptar lo que tiene que aceptar (p. Ej.con la inevitabilidad de la muerte) y el cumplimiento de tareas relacionadas con la edad adulta, incl. con los roles de padre, cónyuge, empleado. Lucha contra el destino que consiste en gran parte en el esfuerzo por mantener la alegría ante diversas adversidades.
Muchas personas que sufren tienen un profundo sentido de orgullo por soportar su sufrimiento con tanta valentía. Estas personas también recogen pruebas de que han sufrido mucho en sus vidas. La enfermedad también se puede utilizar como "vehículo" para llevar la autoestima a un nivel superior.
Mi dolor es mayor que el tuyo
Puedes jactarte de sufrir. El orgullo y la competencia aparecen en declaraciones como: "Tuve el peor parto del mundo", "Los médicos dijeron que mis cálculos urinarios podrían terminar en el Libro Guinness", etc. La evidencia de ser una persona que sufre también puede elevar la autoestima, de lo contrario, se convierten en una excusa conveniente para nuestros fracasos. . Es una paradoja, pero comprensible. Mucha gente piensa profundamente: “Si no fuera por mi enfermedad, habría estado viviendo en un palacio hace mucho tiempo. Tendría una gran familia, trabajo y todo sería genial ". En estas situaciones, la evidencia de la enfermedad también es muy útil.
¿Quién necesita sufrir?
Una de las razones más misteriosas (y más raras) para guardar recuerdos de sus sufrimientos es tener "la necesidad de un enemigo". Por ejemplo, un niño enojado con sus padres podría patear al perro. El perro se convierte en el objeto al que se transfiere la ira del niño. A veces, una enfermedad cumple una función similar.
Los conflictos familiares y los problemas con uno mismo pueden expresarse simbólicamente en forma de enfermedad. Entonces es una forma de canalizar sentimientos o deseos malos y difíciles, por ejemplo, querer ser un niño o causar problemas a otras personas.
Estos mecanismos son inconscientes. El enfermo no sabe que "necesita la enfermedad", que sin ella podría estar, por ejemplo, enojado con sus familiares o infeliz. En tales casos, la enfermedad persiste a pesar de los tratamientos médicos, regresa por razones misteriosas o se convierte en otra dolencia. Estos pacientes también recopilan documentación de su sufrimiento. También son propensos a manifestar dolencias, exagerarlas, correr la voz sobre sus enfermedades. Dan la impresión de que están jugando a una enfermedad.
¿Está mal coleccionar recuerdos de enfermedades?
¡Por supuesto no! A veces se recolectan recuerdos de enfermedades, como facturas de gas viejas o recibos en caso de quejas. Las personas que tienen un sótano lleno de basura porque es difícil desprenderse de cosas viejas, también serán propensas a acumular recuerdos de sus enfermedades.
¿Por qué es tan difícil separarse de ellos? Las personas con dificultades de separación, es decir, aquellas propensas a crear relaciones simbióticas muy fuertes con otras personas, tienen una dificultad especial para deshacerse de los recuerdos de sus sufrimientos. Aquellos que no toleran la soledad se vuelven adictos a otras personas, pero también sucumben fácilmente a diversas adicciones. Estas personas necesitan una confirmación constante de su propio valor, a menudo tienen complejos y carecen de confianza en sí mismas.
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